¿Por qué el ajedrez en los centros educativos? ¿Cómo se ha convertido en una realidad hoy en día? Un comienzo “quijotesco”
El presente artículo justifica y expone brevemente los beneficios de la práctica y enseñanza del ajedrez en niños y niñas. Hoy parece una evidencia, pero algunos hemos tenido que recorrer, o comenzar, un camino no siempre fácil.
Los beneficios y la utilidad del aprendizaje del ajedrez en el ámbito educativo han sido profusamente contrastados. Existen estudios muy concluyentes sobre la relación entre el ajedrez y la mejora del rendimiento académico del alumnado-jugador. Autores como Ferguson, Margulies o Liptrap son solo algunos de obligada referencia, pero el campo de investigación y la revisión crítica de estos estudios sigue siendo hoy día fuente de observación para la comunidad pedagógica y ajedrecística.
Desde que en marzo de 2012 el Parlamento Europeo adoptó el programa de la Unión Europea de Ajedrez “Ajedrez en la Escuela”, el ritmo y avance de implantación del ajedrez en los colegios ha sido vertiginoso. Hoy en día hay muchísimo material de editoriales o programas oficiales como “Aula de Jaque” aquí en Andalucía. Quien se decida a llevarlo a su centro, tiene ya una gran bibliografía y experiencias en las que poder basarse para su desarrollo. Pero, quizás, no conviene olvidar y agradecer a aquellos que dimos esos primeros pasos movidos por nuestra pasión por la docencia y por el ajedrez a partes iguales, y la certeza de que conjugarlas era una gran fórmula de éxito educativo: el ajedrez como recurso pedagógico. Buscando de mil formas posibles ir consiguiendo tableros y piezas, editando nuestro propio material tanto analógico como digital, sorteando las limitaciones del marco legal de una administración aún con los ojos cerrados a las evidencias… Quizás éramos locos que veíamos gigantes en lugar de molinos, pero hoy comprobamos que teníamos razón y los esfuerzos, donde la limitación de recursos era compensada por entusiasmo, han merecido la pena.
En mi caso, venía de familia. Conocí este juego y deporte mental a la temprana edad de los tres años gracias a mi abuelo, Juan Anes Fernández, gran jugador carismático y querido en la zona de Huelva, donde aún se le recuerda y creó cátedra. Desde entonces ha crecido mi pasión por el ajedrez, he disfrutado de los beneficios de su práctica, y quiero que otros también puedan hacerlo. Pero también gracias a otros muchos docentes que llevaron, ya por los años ‘80, el ajedrez a las escuelas. Ya entonces, se movía el juego de las 64 casillas blancas y negras por el contexto educativo. A ellos, tampoco conviene olvidarles y debemos reconocerles su mérito. Si ahora todo parece más fácil, es porque otros movieron lo que parecía difícil.
¿Cómo llevarlo a los centros educativos?
En todos estos años que llevo de maestro, lo he llevado a los colegios por los que he pasado. Y en cada uno de una forma distinta, pero siempre con un denominador común: el éxito entre niños y niñas. Desde partidas libres en los recreos a campeonatos escolares, aunque personalmente soy partidario de dejar la parte competitiva en un segundo plano. Desde llevarlo a cabo como una unidad didáctica dentro de un área hasta constituirla como una asignatura en sí misma. Desde utilizar sólo parte del juego como preajedrez o variantes, al juego oficial y completo. Siempre con un carácter lúdico. Y en todos los casos ha causado el mismo efecto: despertar la pasión por este deporte mental en una gran parte del alumnado. Incluso lo he utilizado como recurso en el caso de niños y niñas con conductas disruptivas con gran éxito y la consecuente mejora del clima del aula y el centro educativo.
¿Por qué es beneficioso el ajedrez en la escuela?
Podríamos estar hablando eternamente sobre los beneficios del ajedrez y su inclusión en los centros educativos. Intentando hacer una síntesis, todos ellos probados con estudios y evidencias, podríamos enumerar:
- Ayuda a desarrollar las inteligencias, con especial incidencia en matemáticas y lectura. Además, mejora la creatividad, la solución de problemas, la memoria y la concentración.
- Otros aprendizajes: contribuye también a que maduren. Ven que los actos tienen consecuencias y esto les ayuda a no ser excesivamente impulsivos. Por ejemplo, normas como “pieza tocada, pieza jugada” ayudan a pensar antes de actuar.
- El trabajo de valores: respetar las ideas de los demás, responsabilizarse de sus propios actos, aprender a ser más tolerantes, más pacientes, a tener un poco más de humildad y a recordar que “si pierdes hoy, mañana te levantas y pones otra vez las piezas».
- Además de ser un deporte, es un juego, la forma que tiene el niño de aprender a relacionarse con el mundo, mejora las habilidades sociales y la imaginación, y fomenta la creatividad, además de ayudarle a aprender normas sociales y a sobrellevar la frustración ante la derrota. “El ajedrez es un juego donde si pierdes aprendes, y si ganas sirves de ejemplo”.
¿Si recomiendo llevar el ajedrez a los centros educativos? ¡Totalmente! El mundo también es bonito en blanco y negro… en casillas blancas y negras.