El 24 de octubre se celebró el Día Internacional contra el cambio climático, problema entendido por la comunidad científica como uno de los más graves a los que se enfrenta la humanidad.
Durante milenios el planeta ha sido capaz de asimilar los impactos provocados por la actividad humana hasta que, con la revolución industrial a finales del siglo XIX, las emisiones de CO2 empezaron a aumentar rápidamente a consecuencia de la quema de combustibles fósiles.
Desde entonces, el modelo de desarrollo se ha basado en el consumo desmedido de energía fósil (carbón, petróleo y gas natural), que da lugar al incremento progresivo de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, que está provocando el calentamiento global.
La toma de conciencia de la gravedad del problema está abriendo una línea de reflexión que puede llevar a un consumo más racional de la energía y a una clara apuesta por las fuentes renovables para propiciar un cambio en el estilo de vida que permita el desarrollo de un mundo más concienciado, justo, equilibrado y sostenible.
Las soluciones posibles a este problema complejo con graves implicaciones económicas exige la implicación y respuesta contundente de todos los sectores sociales.