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Sexualidad y emociones: una aproximación analítica a la Educación Sexual y Emocional

Por Laura López Gandullo. Graduada en Trabajo y Educación Social por la Universidad Pablo de Olavide. Posee el título de Experta en Sexualidad Aplicada a la Intervención Social. A pesar de su juventud, posee una dilatada experiencia laboral de intervención con distintos colectivos; personas con discapacidad intelectual, personas enfermas de Alzheimer, menores, personas en riesgo de exclusión social… Fruto de sus experiencias laborales y de su inquietud personal, en 2020 pone en marcha el blog Mokita Emosex, espacio donde comienza a compartir sus percepciones sobre distintas temáticas de suma presencia en el debate social actual como la igualdad, el consentimiento en las relaciones, la sobresexualización y el sexismo… Dada la buena acogida de los artículos, en 2022 lanza al mercado Mokita Emosex, el libro, una recopilación extendida de los textos contenidos en su blog y que incluye una propuesta educativa para ser utilizada por personal educativo profesional con menores y jóvenes.

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Laura López Gandullo.

Los temas centrales de Mokita Emosex son la Educación Sexual y la Educación Emocional. De esta manera, a continuación, abordaremos y analizaremos más detenidamente cada uno de esos conceptos.

Lo que tradicionalmente entendemos por Educación Sexual y lo que probablemente tenemos en la cabeza, es que alguien acuda a nuestro instituto y nos enseñe a poner un preservativo, así como que nos relate las diferentes enfermedades e infecciones que podemos tener si no lo utilizamos. No obstante, habrá una serie de personas afortunadas a las que en casa les hayan hablado de este tema, aunque no lo suficiente. De este modo, los antecedentes que tenemos en Educación Sexual se me antojan insuficientes y pobres.

En mi caso, la primera vez que alguien me explicó el concepto de sexualidad de una forma que mínimamente llegó a convencerme tenía 16 años y fue en clase de Religión. Curioso, ¿verdad? Un médico, no sé si invitado por el profesor de Religión, vino a impartirnos una clase de sexualidad durante la hora que duraba su asignatura. Una hora no es mucho para dar a conocer a un grupo de adolescentes algo tan amplio y rico como la sexualidad, pero lo cierto es que gracias a ese día comprendí que la sexualidad es mucho más que un encuentro momentáneo entre dos cuerpos. Es también una mirada, un beso, una caricia, un abrazo, la manera de tratarse… Y no, no estoy haciendo referencia al amor. Tendemos a asociar la parte más emocional de la sexualidad al amor, obviando el hacer sentir cuidada(s) a la(s) otra(s) persona(s) implicada(s) y olvidando también lo enriquecedora que puede ser nuestra sexualidad si incorporamos toda esta parte emocional en lugar de primar solo la parte física.

A partir de ese momento, la idea que tenía de sexualidad fue madurando y evolucionando, fruto también de las experiencias que iba viviendo y de las personas con las que iba compartiendo mi tiempo.

Más tarde, ya en la universidad me hablaron sobre el concepto de Educación Emocional y todo cambió para mí. Fue como si en un puzle todas las piezas comenzaran a encajar. A medida que empecé a tener más conocimiento y a profundizar en su estudio comencé a saber darle nombre a muchas cosas que me pasaban por la mente. Me ayudó a conocerme, a acompañar mejor a otras personas en sus caminos y procesos, a entender cómo el cuerpo nos habla de lo que está mal por dentro… En definitiva, fue un descubrimiento que me hizo cambiar mi perspectiva e incrementar mis ganas de aprender sobre un mundo que, aún a día de hoy, me sigue pareciendo fascinante: el mundo de las emociones.

Ahora bien, ¿dónde está la conexión entre estos dos conceptos? La Educación Emocional o el mundo de las emociones forma parte de la Educación Sexual y de la sexualidad. La Educación Sexual abarca e influye en la mayoría de esferas de nuestras vidas: cómo nos relacionamos con otras personas, cómo proyectamos nuestros sueños, qué cosas nos hacen ser quiénes somos, qué nos hace identificarnos como chicos o chicas… De esta forma, los dos conceptos son inseparables, puesto que en todo lo anterior están implicadas nuestras emociones. Ellas nos ayudan, entre otras cosas, a tomar conciencia de cómo nos sentimos y cómo estamos por dentro tanto nosotras como el resto de personas que nos rodean. De este modo, nos ayudan a conectar con nuestro lado más íntimo para así podernos cuidar y querer más y mejor.

Por tanto, la sexualidad, partiendo de la definición que explica que va mucho más allá del encuentro momentáneo entre cuerpos, está impregnada de emociones y desde esas emociones es desde donde deberíamos vivirla. Para mí, tener una sexualidad sana parte de tomar conciencia de nuestro estado emocional para poder saber qué queremos, cómo lo queremos y, lo más importante, poder pedirlo. Esto, sin duda, nos enriquecerá y nos ayudará a establecer relaciones más saludables con nuestras parejas, con nuestros líos de una noche y con nuestro alrededor en general.

No obstante, para llegar a alcanzar esta sexualidad sana en la que la gestión emocional es alta, es importante autoconocernos, aceptarnos tal y como somos y amar y respetar nuestro cuerpo. Soy consciente de la complejidad que ello implica. En una sociedad en la que prima el consumismo y la búsqueda incesante de la felicidad, parece que nada es suficiente. No es suficiente el dinero que tenemos, ni las cosas que poseemos. Hecho que se puede extrapolar a nuestro ámbito personal, donde tampoco nada es suficiente. Siempre se quiere más. Estar más gorda, más delgada, tener más pecho, tener menos, eliminar la celulitis, hacer lo que otras personas quieren… En el ámbito de la sexualidad se traduce en que nunca vamos a ser suficientes para la(s) otra(s) persona(s), generando un mundo infinito de inseguridades y poca capacidad de comunicar sobre nosotras mismas.

Ojalá deje de darnos miedo conocernos, mirar a nuestro interior, escuchar a nuestro propio cuerpo, expresar lo que sentimos y pedir lo que queremos. Ojalá lleguemos a ser capaces de ser quienes en realidad somos, sin temor a lo que otras personas puedan pensar de nosotros.

PROPUESTA DE TRABAJO SOBRE EMOCIONES Y SEXUALIDAD

El capítulo Sexualidad y Emociones pretende acercar a una visión de la sexualidad desde la emocionalidad aclarando ambos conceptos y la relación entre ellos desde dicho punto de vista. Se aborda igualmente la necesidad de renovar la perspectiva tradicional que se ha venido manteniendo en cuanto a educación sexual se refiere.

De otra parte, a continuación, te planteo algunas preguntas para tu reflexión.

  • ¿Qué es para ti la sexualidad?
  • ¿Cómo has vivido la sexualidad a lo largo de tu vida?
  • ¿Qué buscas en tus encuentros eróticos/sexuales con otras personas?
  • ¿Qué es para ti la Educación Emocional?
  • ¿Consideras que eres capaz de gestionar tus emociones de manera adecuada? ¿Cómo lo haces?
  • ¿Cuánto y cómo consideras que te influye la opinión que otras personas puedan tener de ti?
  • ¿Has mantenido alguna vez relaciones con las que no te hayas sentido bien?
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