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Guillermo Blázquez: “Un chaval que acosa no deja de ser alguien que está sufriendo”

Guillermo Blázquez Alonso es psicólogo sanitario por la Universidad Complutense. Este reputado profesional de la Psicología es colaborador habitual en Radio Nacional (Radio 1 y Radio 3), A3 Media, RTVE, Movistar TV y diferentes espacios de radio y televisión como divulgador de su especialidad. Durante años formó parte de La Aventura del Saber en La 2, espacio donde trabajó en las secciones de Psicología y Taller de convivencia. En esta entrevista concedida a El Recreo Diario aborda aspectos de máximo interés y actualidad sobre la relación entre la Educación y la Psicología.

Guillermo Blázquez Alonso.

—Como otros tantos sectores, la Educación también se ha visto afectada por el incremento del estrés y la ansiedad generado por la pandemia. ¿Qué herramientas se pueden ofrecer desde la Psicología para minimizar ese impacto?

La Psicología, al igual que la política, es un agente de cambio. Si unimos esto al hecho de que no existe nada en este mundo que no esté en perpetuo proceso de cambio, la Psicología es la herramienta perfecta para formar parte de esos cambios inevitables, pero siendo uno mismo quien va por este río llamado vida. Lo expondré más claramente. Si la vida es un río, nunca tendremos fuerza para ir en contra de la fuerza del agua (el paro, el cáncer, el desamor, la enfermedad…) pero la Psicología nos da aletas para navegar en estas fuerzas colosales. Un ejemplo sería cultivar la capacidad de aceptar las cosas, algo que hacemos a diario en terapia. Otro ejemplo sería poner límites a los demás o a situaciones que son inaceptables. Aquí el papel de la Psicología sería aprender a usar eficazmente nuestras emociones. La ira o el amor también son “poder para cambiar las cosas” y desde la Psicología podemos aprender cuándo usar con sabiduría la emoción más indicada para cada situación. Por tanto, la Psicología nos enseña a aliviar el dolor inevitable de esta maldita pandemia, así como a que nuestros recursos atencionales y motivacionales vayan en una dirección constructiva y compasiva. Respecto a la pregunta en sí, ¿herramientas que puede dar la Psicología en pandemia? Técnicas de relajación para aliviar nuestro hipertrofiado sistema de alarma, técnicas que nos enseñen a legitimar nuestro dolor y no criticarnos cuando estamos sufriendo, herramientas de auto-conocimiento (no puedes ser feliz sin conocerte a ti mismo, eso es así), técnicas cognitivas y contemplativas para aceptar que nadie sabe cómo va acabar esta película, etc, etc.

—Está ofreciendo talleres en muchos centros educativos sobre este asunto. ¿Qué es lo más llamativo que se está encontrando?

Pues lamentando el topicazo, la gente. Si se me permite el chiste: estos humanos son espectacularmente resistentes. Y ni siquiera lo saben. Es espectacular las ingentes cantidades de dolor con las que trasiega la gente que conozco en estos talleres y lo poco (en ocasiones yo me incluyo) que nos valoramos. ¿Acaso puede haber algo más complejo que un cerebro humano? Y encima en pandemia. De verdad que no es por ponerme intenso, pero es sencillamente inspirador cada día de esta locura. Jóvenes estudiantes que hoy más que nunca no saben qué va a ser de su futuro, ancianos que se juegan la vida cada vez que pasean sus perros, personas que han perdido a un padre una semana y a la siguiente a su madre, autónomos y asalariados que no llegan ni de broma a fin de mes…Y cada una de estas personas se molesta en conocer su mente y querer crecer en la lucha. Como decía, inspirador.

—¿Considera que la Psicología está debidamente tratada en las aulas o cree que habría que hacer un mayor esfuerzo para tenerla en cuenta como contenido transversal a las materias de estudio?

Aviso, me pongo pedante: Considero que la Psicología debería ser como lo que decía Bécquer (“Podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía.”). Existan o no en el futuro psicolog@s (yo desde luego espero que SÍ) cada ser humano debería venir instruido en ciertas realidades:

Te enseñan geografía, mates, las preposiciones… y ni Dios te habla del más universal de los procesos: la muerte

Nos educan en esa idea falaz de que éxito y comodidad es igual a felicidad

Nos enseñan que nuestra salvación está en  nuestro sistema de logro (la capacidad que tengo para conseguir metas) pero veladamente se desprecia nuestro sistema de calma (un sistema que solo tenemos los humanos y del que apenas se habla jamás).

O por supuesto se nos educa en una concepción tergiversada y malinterpretada: primero atiende a los demás y luego a ti mismo. ERROR. Nos han hecho creer que ocuparnos primero de nuestras tormentas internas es egoísmo y, al contrario, es puro amor por la vida y los demás

OJO, no pretendo enmendar la plana a la Educación. El último y primer bastión que nos queda para crecer en plenitud. Un convenio actualmente muy poco reconocido para la importancia capital que tiene entre manos: ser esencialmente buen@s.

Retomando la pregunta anterior, esto también me lo he llevado de mis cursos: profesionales de la educación apoteósicos. Qué gozada su amor por la profesión y sus estudiantes. De llevártelos a casa, de verdad.

 —Dislexia, TDAH, conflictos… ¿Faltan psicólogos en los colegios para atender estas problemáticas de los alumnos y para hacer un seguimiento efectivo de su desarrollo?

Me consta que en algunos centros así es, pero creo que el problema procede de un eslabón anterior. La asistencia psicológica está saturada en su versión clínica. Quizá esto influye en la falta de recursos en su versión educativa. Si no todo el mundo puede acceder a un servicio de calidad psicológica, de estos polvos, estos lodos. Es decir, si ya hay un problema de base para ir al psicólogo, no sorprende lo difícil que va a ser en ocasiones hacer un seguimiento efectivo de los alumnos y sus necesidades.

Existe un cierto desdén por la idea de ir al psicólogo. En España somos de pastillazo (con todísimo el respeto a mis colegas psiquiatras que no tienen la culpa) y lo de hablar de nuestras cosas aún cuesta. Si partimos de estas premisas, va a ser difícil que los gobiernos de turno entiendan la colosal importancia de tener solidos recursos asistenciales en los colegios.

No obstante, otra cosa que me ha enseñado la Psicología es aceptar lo mucho que me queda por aprender. Tu pregunta sobre si existen suficientes psicólogos debería responderla alguien más versado en este tema concreto. A ese respecto creo mucho más enterada a alguna de mis pacientes adolescentes. Justo comentaba una de ellas que echaba absolutamente en falta (en su centro en concreto) profesionales de oficio y vocación, no psicólog@s que van al centro a echar horas y que solo actúan cuando ha estallado un conflicto. Incluso ella denunciaba, e insisto habla de su centro no de la totalidad de los psicólogos escolares, que el papel del terapeuta escolar se veía relegado a un mediador en el mejor de los casos y a un chivato en el peor (en este centro la terapeuta “cascó” a la madre y al padre de un chico que su hijo era homosexual, sin avisarle a él y ni siquiera disculpándose después por semejante atentado a su intimidad).

—Y entre los docentes, las bajas por depresión superan a las que se dan en otras profesiones: ¿están bien atendidos aquellos a los que superan los problemas del día a día de su trabajo?

Tampoco lo veo claro. Actualmente ser docente es un ejercicio de valentía y de fe en el género humano. Algo tan elevado debería protegerse muchísimo más, así como estar infinitamente mejor pagado. Claro, que esto pasa igualmente con otros tantos gremios laborales como ser auxiliar o trabajar con personas con discapacidad. Se valora muy poco el trabajo por y para los humanos.

Bullying: ¿qué considera que se está haciendo bien y qué se está haciendo mal para poner freno a uno de los grandes dramas del sistema educativo? ¿En qué medida considera que se han dado pasos adelante en los protocolos de actuación? ¿Conoce o aconsejaría alguna fórmula no empleada aún para derrotarlo?

Otra paciente mía, en una ocasión, observó que un chico acosaba violentamente a otro por ser homosexual. Ella, sin encomendarse a nadie, escribió un correo denunciando la situación a la directora del centro, a la psicóloga y a la jefa de estudios. El acosador era hijo de una de las tres profesionales citadas. Tras el correo, al chaval acosador lo echaron. Esto sí funciona. Sé perfectamente que esta estrategia funcionó en esta ocasión. En otras tantas no funcionaría. Es más, es muy cuestionable echar del centro a un chaval que acosa, pues no deja de ser alguien que está sufriendo. En este caso particular sí defiendo la expulsión pues era alguien reincidente y en connivencia con los poderes que representan el orden del centro. Sí que ha habido avances, por supuesto. El primero de todos es que en  mis tiempos el bullying lo hacían algunos profesores y ahora existe una sensibilidad mayor, más sistematizada y profesional. Yo, que puedo ser corto de miras, solo alcanzó hasta donde llega mi profesión. Y desde ese lugar aplicaría mi enfoque laboral (Terapia Centrada en la Compasión, CFT). Consiste en alimentar  la capacidad innata del ser humano para aliviar el sufrimiento. Uno de sus preceptos consiste en entender que aquí todos estamos, como mínimo, un poco rot@s. Si yo sufro y tú también, por qué no remamos desde ahí y convertimos nuestro dolor en un camino de práctica y crecimiento. En fin, como me enseñó mi profe (y su profe a él): existe una gran fortaleza en mostrar mi vulnerabilidad.

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