Educar se trata de estimular el desarrollo del cerebro de los niños para un funcionamiento oportuno. Cada individuo evoluciona de forma única, por este motivo, al emplear la neuroeducación en las clases, hay que tener en cuenta las características de cada alumno.
Por todo esto, el desarrollo de la educación debe hacerse de manera dinámica y evolutiva, consiguiendo que los niños se adapten a la vida y mejoren en el proceso de aprendizaje. Por eso es conveniente tener en cuenta estas actitudes a la hora de enseñar una conducta o actividad:
Esfuerzo: las actividades que realicemos con ellos deben implicar algún esfuerzo, aparte de ser novedosas y adaptadas a su edad.
Pensar antes de actuar: reflexionar antes de pasar a la acción favorece las conexiones neuronales.
Descansar: es fundamental para afianzar la información y, por tanto, las conexiones cerebrales.
Ejemplo guía: aprender por imitación es elemental, actuando aquí las neuronas espejo.
En resumen, el niño debe sentirse tranquilo, seguro y apreciado. Además, necesita moverse, compartir, descubrir, crear, así como estar en un entorno natural y tranquilo adaptado a sus necesidades.
Como ya conocemos, el juego es fundamental para el desarrollo de los niños ya que ayuda a la adquisición de competencias fundamentales. Al jugar se libera dopamina, neurotransmisor que impulsa la motivación y da paso a la acción.
Para que los juegos se integren en el aula, estos deben:
- Ser placenteros para los alumnos.
- Estimular la curiosidad y la creatividad.
- Suscitar autoconfianza.
- Utilizarse como instrumentos de expresión emocional.
- Impulsar el desarrollo social, físico y cognitivo.
- Favorecer la socialización.
Otra estrategia que podemos utilizar es la del aprendizaje basado en experiencias o en proyectos. Con este método los alumnos aprenden de manera autónoma los conceptos, cada uno a su ritmo.
Como hemos dicho anteriormente, la creatividad es fundamental, por eso puede tratarse de una estrategia de enseñanza primordial que podemos desarrollar en el aula. Y para establecer la neuroeducación en el aula, es conveniente seguir estas estrategias que plantearon Beghetto y Kauffman (2014) que fomentan la creatividad
- Integración de la creatividad en las tareas diarias: permite que los alumnos produzcan muchas ideas, determinen los problemas, etc.
- Aportar oportunidades que faciliten la exploración, la imaginación y la elección propia para que resuelvan los problemas.
- Incitar la motivación intrínseca para enfocarnos en las actividades y no solo en los resultados.
- Instaurar un entorno de aprendizaje creativo para intuir la utilidad del aprendizaje, usándolo en situaciones cotidianas.
- Inculcar y moldear la creatividad en el aula por parte de los docentes.
A modo de conclusión, podemos decir que establecer estos cambios no es fácil y que conllevan un tiempo, pero merecen la pena para transformar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Estos cambios no tienen por qué ser radicales, sino se trata de incorporar novedades simples en el aula, de modo que llamemos la atención del alumnado.