La neuroeducación es una disciplina que analiza el papel del cerebro en el proceso de aprendizaje de los estudiantes, analizando el desarrollo del cerebro y su reacción ante los estímulos, que luego se convertirán en conocimiento. En este sentido, tiene dos campos principales: uno es el lado de la Ciencia de la Educación y el otro es la Neurociencia, que permite diversos métodos para estudiar los fenómenos educativos. Según los expertos, para que la neuroeducación funcione bien es fundamental la emoción y la motivación.
La aplicación de la neuroeducación en el ámbito escolar es mejor iniciarla cuanto antes, ya que nos ayuda a pensar, reflexionar y tener una actitud crítica sobre la manera de enseñar y aprender de los alumnos. Además, al ponerla en práctica en el aula, tenemos que atender a las diversidades y peculiaridades de cada alumno, ya que cada cerebro es único y aprenden de manera diferente. Pero para introducirla, es necesario tener claro los objetivos educativos que pretendemos conseguir y los recursos que acompañarán al docente.
El neocórtex es una parte del cerebro que se encarga de las funciones cognitivas superiores que se desarrollan desde el nacimiento hasta los 20 años. Por este motivo, el aprendizaje tiene que ser progresivo y concordando con el desarrollo neuronal. Por eso, comprender el desarrollo del cerebro en la etapa educativa es clave para conocer cómo se producen los aprendizajes profundos, efectivos y significativos.
Entre los beneficios que nos aporta la neuroeducación encontramos el aprendizaje de la gestión de las emociones, identificándolas y dando una respuesta más acertada, y la identificación de las causas neurológicas relacionadas con el fracaso escolar, configurando un aprendizaje que concuerde de mejor manera con nuestro cerebro.
En definitiva, la neuroeducación transforma la forma de dar la clase y de plantear las materias, dado que se produce una mejoría en los métodos de enseñanza y en los distintos programas educativos.