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Leer y escribir: el antídoto necesario al veneno de las carencias ortográficas

Por Jesús González Francisco, maestro de 4º de Educación Primaria en el CEIP Alonso Barba de Lepe (Huelva)

 

Leer y escribir: el antídoto necesario al veneno de las carencias ortográficas 1
Jesús González Francisco.

“Todos los verbos acabados en -bir- se escriben con b, excepto servir, vivir y hervir”. Los niños copian esta definición en su cuaderno. A continuación, el maestro les pide que escriban una oración en la que se incluya la palabra “hervir”. Mientras se mueve entre las mesas, comprueba el trabajo de los niños y niñas. De repente, se detiene en el trazado voluntarioso de un chico que pone el punto final a su oración. Lo que escribe, treinta segundos después de haber copiado la definición anterior, es lo siguiente: “Mi primo pone la leche a herbir”. El maestro suspira desesperado: “Pero, chiquillo, ¿no acabas de copiar que hervir se escribe con v?” “¿Qué?”, contesta el niño, aturdido. “Nada, déjalo”, replica el maestro.

Todo lo poco que puedo saber sobre la lengua española es gracias a la lectura. El estudio de la gramática permanece en un limbo de definiciones y reglas abstrusas, olvidadas cada cierto tiempo. Enseñar Lengua me obliga a refrescar estas reglas y definiciones, pero siempre he sabido que no suponen el vehículo adecuado para un aprendizaje global de la Lengua. Solo la lectura y la escritura ofrecen el antídoto necesario al veneno de las carencias ortográficas, garantiza cierta fluidez en el discurso y predispone a emplear nuestra lengua de forma lo más parecida posible a “lo correcto”.

Nuestra aula se ha convertido en un taller de experimentación literaria con un doble objetivo: por un lado, tratamos de emplear la mayor diversidad de textos posible para afianzar a través de la lectura de poemas, fragmentos de novela, cuentos, fábulas, etc., las normas gramaticales y ortográficas básicas, es decir, trabajar los contenidos del currículum a partir de textos literarios, al margen de la aridez y la escasa contextualización que ofrecen los libros de texto del alumnado. Conseguimos, además, acercar de forma más eficaz a los niños y niñas al tan ansiado hábito lector. No existen autores desautorizados o prohibidos en nuestra clase. Hemos surcado las aguas del Mediterráneo siguiendo la estela de Ulises; nos hemos apiadado del pobre rey Midas y hemos asistido asombrados a la fuerza sobrehumana de Hércules; Esopo o Iriarte nos han mostrado que los animales hablan a veces y que siempre nos enseñan valores importantes; incluso hemos contemplado la casa donde se crio Bukowski, en su demoledor inicio de “La senda del perdedor”. Todo texto (previamente analizado por el maestro o maestra) es susceptible de ser utilizado para encontrar diptongos, hiatos, sinónimos, antónimos, palabras heterónimas, sustantivos, verbos, adjetivos o palabras trisílabas. Este curso estamos incluyendo poetas y narradores de Huelva, acercando así las obras de autores y autoras cercanos a su realidad más próxima. Al principio, como ocurre con cualquier estrategia de aprendizaje novedosa, resulta complicado conseguir la implicación del alumnado, pero siempre hay un texto, un autor, un tema, una frase que los convierte en ansiosos buscadores de buenas historias.

El otro objetivo está relacionado directamente con los aspectos creativos de la lengua. Los chicos y chicas de nuestra clase componen ya textos de diferente extensión con entusiasmo, emocionados con la idea de poder exponer ante los demás sus ideas, sus opiniones y su visión del mundo. Algunas veces son historias de humor, otras de terror; en ocasiones trasladan sueños reales o ficticios al papel, o bien construyen islas desiertas llenas de peligros y viajes en globo a cualquier lugar exótico que conozcan. A veces, es el amor quien se adueña de sus textos: amor a sus padres, a sus familiares, a sus amigos y amigas o a los animales. Acompañando a los aspectos lúdicos y creativos, subyace siempre un interés por afianzar una ortografía y unas estructuras gramaticales aún balbuceantes, pero que nunca prevalecen sobre el contenido de sus creaciones. La corrección viene siempre después, cuando han compartido con el resto de la clase su mundo interior, el producto de su imaginación.

Con trabajo, paciencia y una buena selección de textos, los resultados son cada vez mejores. Sus composiciones ganan en ritmo, madurez, vocabulario y estructura, y su ortografía se resiente en menor medida. En cualquier caso, los niños y niñas de 4º del CEIP Alonso Barba quieren contar, quieren escribir, pensar, viajar con su imaginación, conocer otros mundos, crear otros mundos, exprimir los límites de su creatividad… y mientras lo hacen, mejoran sus habilidades ortográficas y gramaticales, su atención, su memoria, su concentración y, encima, parecen felices.

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