Irrumpió con fuerza en el mundo editorial en 2012 con ‘El secreto del amor’ (Editorial Montena), novela para jóvenes lectores con la que logró el Premio Jaén de Narrativa Juvenil 2012. En 2015 dio un salto narrativo más adulto para crear otra fascinante historia con ‘Los pecados de verano’ (Ediciones B). Y este 2020 ha vuelto a dar una lección de versatilidad literaria con el thriller ‘Como era en un principio’ (Algaida). Con esto, cada vez son más los amantes de la Literatura que tienen (tenemos) a Daniel Blanco Parra como uno de sus escritores de cabecera.
La capacidad comunicativa de este joven escritor y periodista de la localidad onubense de Moguer le ha llevado a ser todo un referente en el fomento de la lectura en los centros escolares españoles. Así, desde 2013 ha visitado más de 350 colegios e institutos en los que ha hablado ante más de 40.000 chavales con edades comprendidas entre los 9 y los 18 años. En esas charlas, entre otros aspectos, Daniel Blanco le cuenta al alumnado qué hay detrás del proceso de creación de un libro, cómo es el oficio de escritor o cuál ha sido la importancia de la lectura y escritura a lo largo de la Historia. En esta entrevista con El Recreo Diario nos cuenta algunos aspectos de la bella labor de fomentar la lectura.
— ¿Cómo definirías la labor de fomentar la lectura en los centros escolares y su importancia?
Es una labor esencial, no podemos olvidarnos de la lectura, porque con ella se entrena una habilidad esencial para el ser humano: la comunicación. Como sociedad, tenemos que asegurarnos de que los jóvenes salen al mundo con las competencias comunicativas básicas y eso se consigue leyendo. La literatura es imprescindible no solo para saber comunicarse sino también para trabajar la empatía, para entender el mundo que nos rodea, para conocer otras realidades. Además, los jóvenes tienen que saber qué hay detrás de un libro, cuál ha sido la Historia de la Lectura, qué hemos tenido que pasar como civilización para que podamos leer lo que queramos, sin censura.
¿Qué tiene que tener un conferenciante para hablarles a los jóvenes?
Lo primero, saber quién en su público y ponerse en su piel, saber qué temas les interesan, cómo es su mundo y a qué estímulos reaccionan. Y lo segundo, estimularlos continuamente, compartir historias y escucharles.
— ¿Cuál es la respuesta global que encuentras entre los chavales?
Es muy buena y además, en todo tipo de centros: públicos, privados, de pueblo, de ciudad, con más dinero, con menos… Los chavales empatizan con lo que les cuento porque les hablo de temas que les interesan, porque comparto con ellos anécdotas y curiosidades, porque no me permito aburrirles. La clave para un buen comunicador es mantener la atención, que ellos se interesen por lo que les cuentas y que se vean interpelados a preguntar. Ninguno de nosotros somos inmunes a una buena historia. Ninguno.
— ¿Percibes que hay cantera de lectores y escritores en España?
El amor por las historias -por contarlas y por leerlas- siempre está presente, en todas las generaciones. Cuando alguien descubre la magia de la lectura, no la suelta, aunque tenga épocas en las que se lea menos. Claro que hay jóvenes que leen y que escriben -y además, lo hacen con mucha pasión, y a esos hay que incentivarlos, hay que acompañarles y apoyarles, porque una sociedad necesita siempre contadores de historia, gente que nos ayude a entendernos a nosotros mismos y el entorno en el que vivimos.
— ¿Cuáles son las preguntas más originales que recuerdes que te hayan hecho algunos de los niños y niñas?
Hay una pregunta de la que no me salvo en ningún centro que visito y es que cuánto cobro. Les interesa saber cuál es la viabilidad económica de esta profesión, me preguntan si vivo de esto o cuánto gano con los libros. Es, en cierto modo, normal, pero el comentario que más me caló y que me hizo darme cuenta de la importancia de mi labor fue hace un par de años, en un instituto, cuando entré en el salón de actos y una joven me preguntó: “¿Pero tú quién eres? ¿Qué vienes a hacer?” Y le contesté que era escritor y que iba a dar una charla sobre fomento a la lectura. Y ella, tremendamente sorprendida, me contestó: “¿Escritor? Si yo pensaba que todos los escritores estaban muertos”. Tenemos que romper ese estereotipo de escritor antiguo, aburrido y pelmazo.
— Entre el alumnado que gusta de la lectura, ¿hay más amantes del papel o estamos condenados a nuevos lectores digitales? ¿Tú qué les recomiendas?
Yo sigo reivindicando el libro físico porque leer en papel es leer con algo más que con la vista, también con el tacto (el peso de los libros, textura…), con el olfato… De todas formas, lo importante es leer, da igual el formato. Sí les invito a que, de vez en cuando, se apunten al ritual de leer un libro en papel.
— ¿Cuáles son los gustos literarios más destacables que encuentras entre los chavales?
Los jóvenes quieren libros que les entretengan, que les ayuden a evadirse, que les hablen de sus problemas y sus inquietudes. Además, es una generación con poca tolerancia al aburrimiento. Por eso mismo, la literatura juvenil tiene que empaparse de las estrategias narrativas audiovisuales porque son los referentes culturales de los jóvenes: las series, las películas, los videojuegos…Insisto: los escritores de literatura juvenil tenemos que concienciarnos de una vez por todas de que es una generación diferente, que lee de forma diferente y que exige formas de contarles la vida diferentes.
— ¿De qué manera notas la importancia y utilidad de tu labor?
Tras mis charlas, termino con el convencimiento de que los chavales ven el libro y la lectura de una forma diferente, que valoran más el objeto y que han aprendido cierta información básico y esencial para desenvolverse en el mundo que les rodea. Sé también que no se han aburrido -no hay nada más escandaloso y más terrible que unos jóvenes ante un conferenciante que les aburre- y que les sacan utilidad a las historias que les cuento, a las curiosidades que comparto con ellos. Quizás nadie nunca les haya hablado de los libros desde mi perspectiva, quizás nadie nunca les haya presentado el libro como un regalo, como un objeto valioso, como un aliado para triunfar en la vida.
— ¿Qué más se puede hacer para fomentar aún más el fomento (valga la redundancia) de la lectura en los centros escolares?
No hay nada mejor para convencer a nuestros jóvenes de los beneficios de la lectura que darles ejemplo: que nos vean leer a los padres, a los profesores, a cualquier adulto… y sobre todo, asegurarnos de que salen del instituto con la certeza de que les gusta leer, de que hay lecturas que les entretienen y que les hacen disfrutar. Quizás habría que revisar qué libros les obligamos a leer en clase. A mí me parece un fracaso del sistema educativo que un joven acabe la Enseñanza Secundaria convencido de que no le gusta leer. Eso sólo significa que no ha encontrado ni un libro, ni una página, ni un párrafo que le haya emocionado. Debemos trabajar más en este sentido y darles la oportunidad de que elijan los títulos que quieran leer, de insistirles en los beneficios de la lectura y también acercarles al mundo editorial y literario con charlas, actividades y dinámicas.
— ¿Cómo está afectando esta maldita pandemia del coronavirus a tu labor en los coles e institutos?
Está claro que la pandemia está cambiando muchas rutinas, está anulando muchos planes y que está siendo un parón en muchos ámbitos. Hay centros escolares que no se atreven a organizar este tipo de actividades y otros lo hacen de forma presencial con mucha cautela. Estoy intentando no ofrecer estas charlas online porque creo que nuestros alumnos necesitan la presencia real y la cercanía, que les contemos las cosas mirándolos a los ojos. Es ahí cuando se produce la magia. Lo peor de todo son los jóvenes que, por culpa de esta situación, terminen la enseñanza sin tener acceso a este tipo de actividades tan beneficiosas.
— Se suele decir que en España se lee poco: ¿es esa también tu percepción?
Según los últimos datos, a partir de los 15 años se produce un golpe mortal en la lectura: una reducción de casi el 50% del porcentaje de lectores. Leer supone un esfuerzo que no exigen, por ejemplo, las series, los videojuegos o internet. La lectura tiene que competir con otros entretenimientos más fáciles y es un hábito que, si no se entrena, se pierde por comodidad o por pereza. No podemos olvidar, además, que tenemos a la primera generación de nativos digitales, jóvenes que ya han nacido con el móvil y que tienen el cerebro diseñado por los estímulos audiovisuales y una tolerancia bajísima al aburrimiento.