Vivimos en un mundo donde la importancia de la tecnología que nos rodea es evidente: necesitamos estar conectados e informados. Es fácil ver por la calle a personas con sus dispositivos móviles en la mano, en la oreja o con los auriculares puestos, que observan o escuchan atentamente a su artilugio.
Tiempo ha que la prensa estaba dirigida a unos privilegiados que sabían leer y escribir. Décadas atrás, no muy lejanas, la tecnología de la radio y la televisión fue entrando en los hogares, y con la llegada del ordenador personal en la década de los 70-80, se contribuyó sustancialmente a la mejora del tratamiento de la información. Hemos pasado progresivamente durante dos o tres generaciones de un analfabetismo absoluto a un analfabetismo digital, estando este último llamado a extinguirse.
La escuela, como motor del conocimiento y aprendizaje, ha introducido todas estas herramientas (prensa, radio, televisor y ordenador) en el proceso educativo y se ayuda de esas nuevas tecnologías en el aula con fines pedagógicos. El Magisterio ha sabido adaptarse y actualizarse a los nuevos tiempos, preparándose para formar a los ciudadanos a enfrentarse a la sociedad moderna y a un mundo laboral competitivo. En la actualidad, seguimos utilizando en clase la prensa, la radio o televisión, mediante el ordenador personal para enseñar a nuestro alumnado, pero a través de una herramienta más poderosa: Internet.
Desde la escuela se contribuye a dar una respuesta a una demanda actual: la que conocemos como sociedad del conocimiento y la información. Esto se hace desde las aulas, en sexto curso de Educación Primaria, mediante la asignatura “Cultura y Práctica Digital”. Pero dejemos para un próximo artículo los contenidos de los que se enseñan en Educación Primaria.
Enseñar a usar las tecnologías de la información y la comunicación con responsabilidad no es tarea fácil y esta carga tan pesada no debe caer única y exclusivamente en la escuela, ya que la incumbencia de usar estos medios de forma adecuada es también parte de la familia.
El uso del dispositivo con conexión a Internet es hoy día lo más habitual en nuestro entorno más cercano, como hemos puntualizado al comienzo de este artículo y sin duda, son muchos los beneficios que nos aporta Internet, pero también los perjuicios: nuestra salud física, como por ejemplo, el sedentarismo, y salud psicológica se puede ver perjudicada por diversos aspectos como: el tiempo excesivo del uso de estos dispositivos, videojuegos y juegos de azar, pérdida de intimidad y privacidad, establecer relaciones o interacciones que acarreen peligro para nuestra integridad física o psíquica o para la de los demás, pornografía, violencia, bulimia, difamación, terrorismo, racismo, xenofobia, ciberacoso, sexting1, grooming2, noticias falsas, descarga de material audiovisual con derechos de autor y otras páginas con contenido inapropiado.
Con esta última visual, ya podemos darnos cuenta de la importancia que tiene una educación sana y responsable en el uso adecuado de Internet. La prevención puede ser la mejor arma para defendernos de cualquier ataque que pueda venir de esta fuente y es por ello que disponemos de herramientas como las de entablar una comunicación abierta y fluida con nuestros hijos/as, que permitirá abordar estas complicadas situaciones que pudiesen darse en nuestro entorno familiar, acordar unas normas de uso (ej.: no subir fotografías ni compartir datos personales) y tiempo de Internet, aclarar qué tipo de información podemos y no podemos compartir en la red, explicar y aclarar qué actividades son legales y cuáles ilegales, además de explicar la diferencia entre amigos y conocidos agregando sólo personas de confianza en nuestra agenda de contactos.
Partamos de la base de que el ser humano no lo sabe todo, ni se nace sabiendo. Muchas veces damos por sentado que los niños y niñas saben “por naturaleza”, que van a aprender por sí solos, o que ya saben de forma innata cómo funciona una app3 determinada. En lo que respecta a las nuevas tecnologías, ha sido siempre muy sonada la frase de “sabe más que el maestr@”, por tener o conocer algún conocimiento sobre un programa o aplicación concretos. Aquí, la ignorancia del docente quedaba patente, pero este desfase ya hace tiempo que ha dejado de producirse al llevarse a cabo una importante actualización en competencias digitales gracias a cursos en línea y presenciales que ha hecho a todo docente ponerse al día y estar completa y debidamente formado. Más si cabe desde el día que llevamos un dispositivo inteligente en el bolsillo.
Manejar con soltura un dispositivo no significa manejarlo con responsabilidad. Somos los adultos los que debemos encauzar y priorizar objetivos que, a medio y largo plazo, verán resultados en la proyección de una sociedad mejor y más justa. Que sean estos objetivos, como los de respetar, utilizar, consultar, informar, disfrutar, entretener, aprender, entre otros muchos, los que marquen nuestra línea maestra para un futuro próspero y venidero.
Enrique Hernández Campuzano
Director del CEIP Virgen del Pilar
Especialista en Comunicación y Educación Audiovisual y Nuevas Tecnologías
Aplicadas a la Educación
https://elrecreodiario.es/wp-content/uploads/2020/10/Internet.jpg