Una escuela de jóvenes mosqueteros

Cuando uno piensa en un duelo a espada no suele pensar en una actividad para niños. Sin embargo, la esgrima ha demostrado ser uno de los deportes más completos en edades formativas gracias a su mezcla de desarrollo de habilidades motrices con habilidades psicológicas.


En guardia, listos, ¡adelante! A la voz del árbitro, los tiradores -así se conoce a las personas que practican la esgrima- comienzan el asalto.


El tiempo de juego dura apenas tres minutos y se limita a cinco tocados, pero es más que suficiente para poner a prueba la habilidad y la pericia de cada uno. “En la esgrima se gana o se aprende, nunca se pierde”, recuerda siempre a sus alumnos el maestro Juan Artero.
El Club Esgrima Huelva abrió sus puertas por primera vez en 2003. Recogía sin saberlo el testigo de una sala de armas que existió en Huelva a finales del siglo XIX y que desapareció a principios del XX. Desde entonces, nadie había vuelto a practicar este noble arte en nuestra provincia.


La esgrima convierte en un deporte federado los antiguos duelos de honor tan arraigados en nuestro país desde el Siglo de Oro. No en vano, la esgrima es el único deporte olímpico de origen español, por mucho que algunas potencias europeas de la esgrima intenten arrebatarnos el título.


Requiere velocidad, requiere inteligencia, requiere astucia y cierta fuerza pero, sobre todo, requiere un profundo sentido de respeto hacia el adversario. “Sin este respeto no se entiende la esgrima. Al fin y al cabo, nuestro deporte nace de los duelos de caballeros”, explica Ana Dovao, técnico nacional y encargada de iniciar a los más pequeños en este deporte.


Dovao lleva más de una década dedicada a la formación de jóvenes deportistas. Aunque entrena a todas las edades, “mis favoritos son los pequeños”, confiesa. “Es muy reconfortante ver cómo van aprendiendo poco a poco, siempre desde la tolerancia y el respeto. Se crean aquí grandes grupos de amigos que van creciendo juntos porque son, antes que nada, compañeros”.


Ese compañerismo se respira desde que se entra en la sala del Club Esgrima Huelva. Los entrenamientos son colectivos y los más veteranos ayudan a los más pequeños a seguir creciendo en la esgrima. “Es lo más grande que tenemos, más que los títulos: que ningún niño se siente solo aquí jamás, no importa el nivel o la destreza”.


La esgrima es un deporte que favorece el desarrollo de la coordinación a cualquier edad, pero especialmente en edades tempranas. “Algunos, cuando llegan con 5 añitos, tienen problemas de coordinación, especialmente los zurdos. Este deporte les ayuda a situarse en el espacio, a relacionarse con el entorno, y a mejorar la coordinación ojo-mano-pie”, explica Dovao.


Todos los niños del Club Esgrima Huelva comienzan con sables de gomaespuma. “La esgrima es uno de los deportes más seguros que existen porque las protecciones que tienes que llevar son extraordinarias”, explica el maestro Juan Artero. “Pero además, cuando son tan pequeños comenzamos con ellos con estas armas blandas para que se familiaricen con ellas y con el deporte”. El siguiente paso, cuando van creciendo y aprendiendo los fundamentos de la esgrima, es el florete de plástico y, finalmente, cuando el maestro y la técnico nacional los ven preparados, acceden a las armas “de verdad”.
Las armas de esgrima son tres: espada, florete y sable. Cada una tiene una forma distinta y unas normas deportivas diferentes, pero todas tienen algo en común: “Son inocuas”. Es decir, no hacen más daño que una raqueta de pádel. “Están diseñadas para encender una luz que es la que indica si se ha tocado al adversario o no, de forma que el juego sea siempre seguro”, nos cuenta Artero.


Un juego, un deporte, una forma de vida. La esgrima tiene un corpus de valores y favorece el desarrollo de unas cualidades físicas que sin duda la convierte en un deporte a tener en cuenta para los más pequeños de la casa.

Por Mar Toscano Pérez
Esgrimista en el Club Esgrima Huelva
Periodista y reportera de TV

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